En
 medio de la desesperanza que el mundo respira actualmente, se levanta 
gloriosa una vieja noticia, que el humano ha obviado en detrimento de su
 propia dicha. Esta milenaria noticia la trajo un agente del cielo y la 
hizo saber a un grupo de pastores de ovejas. Según el relato que hace 
Lucas las palabras fueron:
“...Pero
 el ángel les dijo: No temáis; porque he aquí os doy nuevas de gran 
gozo, que será para todo el pueblo: que os ha nacido hoy, en la ciudad 
de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor…”
Esta
 noticia, según el ángel, es motivo de gran gozo, indicando con ello que
 los beneficios para la raza humana encerrados tras semejante 
acontecimiento anunciado son de incomparables dichas, que nunca mediante
 otros medios podrían ser alcanzadas. Esta magna nueva se refiere al 
regalo que Dios hacía a la humanidad de un Salvador.
En
 pleno siglo XXI, estando inmersos en una sociedad posmoderna, cuyo 
relativismo galopante en lugar de aportar nuevos alientos a la humanidad
 la aleja de las verdades esperanzadoras, se hace necesario que todo 
aquel que se identifique como Cristiano abrace esta noticia como algo 
férreamente absoluto e incuestionable “...os ha nacido hoy, en la ciudad
 de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor...”
La pobreza como elemento asociado al regalo de Dios
Esta
 magnánima noticia es sobre un niño recién nacido, envuelto en pañales y
 acostado en un pesebre; evidencia de que Dios había elegido, para dar 
su mayor regalo a la humanidad, a una familia en condición de pobreza y 
excluida de todo favor social, pues en el mesón no había lugar para 
ellos.
Dios
 había tomado una opción preferencial por los pobres de todas las 
épocas, al haber elegido a una familia de esa condición para traer a la 
vida, criar y educar al Salvador de la raza humana. Con este hecho, la
 divinidad está enseñando que los sectores pobres y excluidos de una 
sociedad pueden obsequiar regalos que las élites poderosas y clasistas 
jamás podrán aportar, regalos de incalculable valor que trascienden la 
vanidad de la materia y de la temporalidad.
Cuando
 Pablo escribe a los corintios hace referencia a un dicho, no registrado
 en los evangelios, de Jesús el Cristo: “es mejor dar que recibir”, con 
esto estaba acentuando la enseñanza dada por Dios en el nacimiento de 
Jesús, diciendo con meridiana claridad que los pobres aportan la 
oportunidad de ayudarles y en ese sentido se estará recibiendo lo mejor 
de esos sectores y por lo tanto aportan mejor dádiva que los sectores 
poderosos al permitir ayudarles.
  
Por
 otra parte, es de hacer notar, que los pobres también regalan a otros en su
 misma condición de pobreza. Aun estando todos en el mismo estado de necesidad se les ve ayudandose mutuamente, por ejemplo, la
 ayuda solidaria que recibe un enfermo en un hospital público, no 
proviene de un acaudalado sino de sus parientes, amigos y vecinos que 
son pobres como él o ella. En la navidad, también se puede corroborar 
que en las comunidades más desposeídas hay intercambios de humildes 
regalos e incluso de platos de comida y bebidas entre vecinos.
El
 regalo de un pobre es más valorado, por cualquier persona sensata, 
respecto de aquel regalo brindado por una persona con mayores 
posibilidades económicas, puesto que el pobre da con sinceridad de lo que a él le 
es útil y no de lo que le sobra.
El
 Cristiano, de la misma forma que lo hace Dios, a quien dice seguir y obedecer, 
debe tomar una opción preferencial por los pobres, sabiendo que de ellos
 provienen nuevas de gran gozo, así como la nueva de gran gozo por 
excelencia “...os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que
 es CRISTO el Señor...”
El pesebre humillando a la arrogancia eclesial y humana
La
 arrogancia eclesial es mucho más alta que la torre de Babel. Se escucha
 decir a líderes religiosos que sus locales de reunión son “full extras”
 y que no hay mejor lugar para asistir a un culto que el de ellos. Sin 
mayores ambages, Dios humilla semejante altanería, al aportar el mayor 
regalo que la raza puede recibir envuelto en pañales y situado dentro de
 un pesebre. Dios enseña que lo mejor no está en el envoltorio del 
regalo sino en el regalo mismo.
Los
 onerosos edificios para “glorificar” a Dios son solamente ostentación 
humana, carentes de significado delante de Dios. El pesebre, siendo algo
 con poco significado, tenía dentro de sí al ser más significativo del 
universo, siendo eso lo único importante.
Por
 ello, ¿de qué sirven bonitos y bien construidos edificios si el 
Salvador no es el centro en dicho lugar? ¿de qué sirven cuerpos bien 
adornados de ropas de marcas lujosas y muy esculpidos en un gimnasio o 
con cerebros superdotados y bien instruidos en universidades de élite si
 Cristo y su reino no son el centro de esa vida?...Mejor un pesebre, 
pero que de ese lugar salgan las NUEVAS DE GRAN GOZO “...os ha nacido 
hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor...”
QUE
 TODOS TENGAN UNA NOCHE DE PAZ, NOCHE DE AMOR y que le encontremos el 
verdadero significado a la celebración de la NATIVIDAD DEL SEÑOR.
 
